CON FIRMA
Por Ing. Agr. Federico Stanham
La región del Cono Sur más Brasil es la que más crece como exportadora de carne aviar a un 4% acumulativo anual, pero Uruguay es el único país que no se ha sumado a esta corriente exportadora.
Ninguno de los países alcanza las colosales escalas empresariales de Brasil, con empresas multi-proteínas, ni tienen condiciones para competir de igual a igual con Brasil, pero cada uno tiene su modelo de exportaciones propio. Chile, con poca tierra y debiendo importar sus granos, lo hizo con una estrategia público-privada diseñada hace 25 años.
En el Foro 2025 CUPRA (Cámara Uruguaya de Procesadores Avícolas) planteó frontalmente la necesidad de moderar la apertura del mercado local a las importaciones de carne aviar. Son muchos los sectores que funcionan en un marco de protección; por ejemplo, no es posible importar ganado en pie, basado en los protocolos con los mercados, pero también hay sectores de servicios no transables que funcionan en el marco de regulaciones que implican traslado de recursos desde los consumidores.
Se dice que todas las carnes deben recibir el mismo tratamiento que la carne bovina en lo que a importaciones se refiere. Desde el año 2016 las importaciones anuales de carne bovina aumentaron 35.000 toneladas, en tanto las ventas de carne bovina nacional al mercado local bajaron 50.000 toneladas, las cuales fueron volcadas a las exportaciones. Esto fue posible gracias a que Uruguay accede a más del 80% del mercado mundial de carne bovina. Por otro lado, los países que pueden exportarle al Uruguay representan el 24% de la oferta mundial.
Las importaciones de carne aviar han estado bajo algún tipo de regulación como forma de no dañar a la producción nacional, la que no ha alcanzado aún el grado de desarrollo de la cadena bovina. Uruguay no ha desarrollado un adecuado acceso a mercados para la carne aviar: solamente se accede al 8% del mercado global, a mercados de poco valor. Por otro lado, Uruguay ha dado acceso a Brasil, EEUU, Chile y Argentina para la carne aviar, que representan el 48% de la oferta exportadora mundial, el doble que en el caso de la carne bovina.
Esta asimetría determina que un ingreso creciente de carne aviar inevitablemente reducirá la producción nacional, la cual no tiene posibilidad de buscar destino en el exterior.
El plan de CUPRA propone desarrollar los bienes públicos necesarios (acceso a mercados, capacidades del MGAP) e impulsar la reconversión de las empresas avícolas de manera de preparar al sector y al país para exportar, y duplicar la producción de carne aviar, en un proceso que llevará entre 5 y 10 años.
Una política de desarrollo avícola, como se ha hecho con la política forestal, la de software y recientemente con el riego, es necesaria y uno de los pilares es que deberá mantenerse un cierto nivel de protección para no desincentivar el proceso de inversión y mejora en el que se encuentran embarcadas las empresas.
En Uruguay hablar explícitamente de protección está mal visto, a pesar de que existen protecciones y regulaciones para múltiples sectores y grupos de interés.
CUPRA considera a la protección como una concesión de la sociedad que se debe honrar, entregando un producto fresco de calidad diariamente, procurando la mejora de estándares en forma continua y proponiendo un plan para el cambio de las condiciones de protección a mediano plazo, cosa que no es propuesta por ningún otro sector o grupo de interés.