El INIA organizó una conferencia virtual titulada Ciencia a Tierra, a cargo del titular del Programa de Investigación en Producción de Leche, Santiago Fariña.
El experto inició su presentación con un breve repaso de la lechería de los últimos años, donde la cantidad de tambos se redujo de algo más de 5 mil a unos 3.300 en los últimos 20 años. Dijo que eso es un proceso natural que también se dio en otros países. Hoy la producción es básicamente familias, en predios con una superficie promedio de 250 ha y unas 150 vacas en ordeñe.
“Una cosa que me llamó la atención desde que llegué es que el país duplicó su producción de leche en los últimos 20 años. Eso solamente lo pudo hacer Nueva Zelanda en el mundo”, destacó el investigador argentino, que también realizó un estudio de posgrado en Australia.
También indicó que el rodeo de vacas lecheras prácticamente se mantuvo incambiado. Esto implica que el rodeo lechero actualmente es más productivo porque las “vacas comenzaron a estar mejor alimentadas”. Asimismo, existió un componente genético ya que la mayoría del rodeo es de origen estadounidense, un tipo de animales que responde a mayores niveles de productividad cuando su dieta mejora.
“Casi el 60% de lo que cuesta producir un litro de leche es alimentación. Entonces, sabemos que si logramos mejorar esa pata vamos a poder producir más barato para que el productor tenga mejor margen”, explicó Fariña.
El experto recordó que 1 kg de concentrado cuesta cinco o seis veces más de lo que cuesta producir 1 kg de pasto, mientras que las reservas con pasturas cuestan el doble que 1 kg de pasto.
“El juego del productor, y el nuestro como investigadores, es tratar de lograr el mejor balance con la mayor cantidad de pasto posible -que es lo más barato- pero que le permite producir mucha lecha para sostenerse en el tiempo”, señaló.
La clave de gestionar el pasto
Fariña indicó que esos tamberos que duplicaron su producción de leche en los últimos 20 años lo hicieron cuadriplicando la cantidad de concentrados por hectárea. Esto porque antes había una ecuación más favorable de precios para elevar el volumen de concentrados. Sin embargo, actualmente el precio de la leche está atado a las fluctuaciones de los mercados internacionales, por lo que los “productores están reclamando que le demos más soluciones desde el punto de vista económico para ser más sostenibles en el tiempo. El centro de eso es la gestión de las pasturas, que es lo más difícil y lo más económico”, comentó.
El experto recordó que los productores le marcaron como tarea en su plan quinquenal al INIA trabajar en sistema de producción de leche que cosechen “mucho forraje” por ha. En base a eso se definió con un conjunto de técnicos como se podía hacer para pasar de cosechar 5 toneladas de materia seca por ha, al doble (10 toneladas/ha). Para ello se instalaron minitambos en la estación experimental de La Estanzuela con cuatro formas para llegar a esas 10 toneladas por ha con vacas americanas y también con razas de Nueva Zelanda. “Lo que encontramos, ahora que ya pasaron tres años, es que se pueden lograr las 10 toneladas por ha. De hecho, ya hay productores que están logrando 8 toneladas por ha. Eso es algo que nos da confianza”, indicó. Fariña indicó que se llegó a la conclusión que la forma ideal era aquellos sistemas donde se cosechan 8 toneladas de materia seca por ha y donde las vacas lo recogían directamente.
“Lo que vimos es que los cuatro sistemas multiplicaban por cinco su resultado económico y eran muy rentables. Sin embargo, las vacas más chicas de origen neozelandés lograban producir más leche y aumentar un poco de peso. Esto hacía que estuvieran mejor y produjeran un poco más de leche; el ingreso era mayor”, comentó.
Dada la heterogeneidad de resultados que tienen los tambos, independientemente de su tamaño, el técnico del INIA señaló que la gestión pasa ocupar un rol central. “De alguna manera el productor es un gerente que tiene que manejar su capital, en cómo hacer que las vacas coman ese pasto, en ordeñarlas con buena salud, pero también en cómo se financia y consigue la plata y se maneja con sus gastos”, comentó. Además, añadió que otro desafío que es “muy difícil” de replicar es cómo gestiona su equipo de trabajo en cada tambo.
“Son múltiples relojitos que hay que estar mirando y muy intensivos. Eso es lo que hace difícil la gestión de los tambos”, reconoció.
El agua, otro factor relevante
Fariña indicó que hoy la “gestión del ambiente” en los tambos y el cuidado del agua también ocupa un rol protagónico, ya que las piletas de decantación hoy “son un requisito mínimo e indispensable”. Añadió que hay que buscar la forma en el manejo de los cultivos y el tiempo de estadía de los rodeos en los tambos para evitar que los nutrientes terminen en cañadas y arroyos.
“El 70% del tiempo las vacas están fuera del tambo, por lo que manejar eso no es solo con efluentes. Hay que buscar otras formas con las rotaciones para que esos nutrientes no lleguen a los cursos de agua”, indicó.
Los RRHH
La gestión de los Recursos Humanos (RRHH) es otro de los grandes temas que preocupa al a cadena láctea por el relevo generacional de los tamberos que hoy están en actividad. “Hay que hacer el tambo más atractivo, para los potenciales dueños, pero también para los equipos de trabajo. Que vaya más gente al tambo como una buena opción de carrera y no como porque no me queda otra”, dijo Fariña.
El INIA está trabajando con antropólogos para ver un poco es el perfil de las personas dedicadas a la producción lechera, además de experimentar con un robot para el proceso de ordeñe. “Pasados estos cuatro años con el robot, el mayor logro es que pudimos hacer que un tambero pueda hacer el trabajo de ciudad de 8 a 17 horas”, destacó. Los ordeñes tradicionales en los tambos suelen hacerse en los horarios de la madrugada o medianoche en muchos casos.
“Con el robot logramos el mismo estándar productivo que un tambo tradicional y eso es una muy buena noticia. Todavía la inversión sigue siendo alta”, reconoció.