Por Andrés Oyhenard

Marcos Labandera es uno de los 16 tamberos que integran la colonia Timote del Instituto Nacional de Colonización (INC), en Florida. Arrancó con 14 vacas prestadas en el año 2013 y hoy ordeña 115 con la apuesta a seguir creciendo en una fracción de 150 hectáreas. Tiene 39 años, casado y con dos hijos pequeños. A continuación, la entrevista que el productor y socio de la Sociedad de Productores de Leche de Florida (SPLF) mantuvo con La Lechera.

 

¿Cómo se dio tu inicio en la actividad?

Formo parte de los 16 tamberos de la colonia Timote. Estoy ordeñando desde mayo del 2013, que fue cuando comenzamos con la lechería, aunque vengo del sector desde chico. Soy hijo de productores lecheros de la zona de Maciel y Goñi, en la ruta 5. En el 2009 me había inscripto como aspirante a colono. Acá empezamos con 14 vacas y, desde ahí, ha sido todo un desafío, con cambios permanentes. A nosotros los que nos dieron fue el alambrado perimetral y Colonización nos otorgó un crédito por US$ 55 mil para hacer la casa y el galpón de ordeñe. Se tuvo que hacer una casa con lo básico porque el BPS, por los impuestos de las obras, se llevó como US$ 14 mil. Entonces, te podrás imaginar que lo que quedaba para la parte de construcciones era poco, no daba para todo y hubo que hacer lo primordial para empezar a producir. En abril de 2013 se terminaron de hacer los caminos internos y en mayo comencé a producir.

 

Te tocó arrancar quizás en una etapa complicada. A poco de iniciarte, el sector se vio afectado por la baja del precio de la leche, que se prolongó por un quinquenio.

Cuando arranqué, los dos o tres primeros años recuerdo que una de las cosas que me ayudó y que tenía como fortaleza para incrementar el capital de animales era que las terneras valían, porque estaba todo el tema de la exportación a China. Entonces íbamos vendiendo esas terneras para poder comprar más vaquillonas. Era una forma de ir creciendo. Las 14 vacas del inicio eran de mi viejo, que al principio también me ayudó con el pago de las rentas, que fue complicado. Tuve esa ayuda de mis padres que me permitió seguir adelante y dar el puntapié inicial.

 

¿Cuántos vacas y litros estás remitiendo hoy? ¿Tenés empleados?

Ahora estoy ordeñando 115 vacas; además tengo unas 50 vacas masa en preparto que van a ingresar en el correr de los próximos dos o tres meses.

También tengo previsto el ingreso de unas 14 vaquillonas del campo de recría de La Cruz de la SPLF. Hoy estamos en un eje de 2.300 litros diarios con un promedio por vaca de 21 litros.

En 2015 o 2016, cuando llegué a las 80 vacas, tuve que contratar a un muchacho porque con mi señora y mis dos hijos pequeños no dábamos abasto para todo. Yo me encargo de la parte de siembras, fumigación, las tareas agrícolas en general. En ese entonces, económicamente podíamos traer a alguien como para que nos diera una mano. Apelamos al casco viejo de la estancia de la colonia para que esa persona tuviera un lugar donde alojarse. Eso nos daba la posibilidad a todos los integrantes de la colonia de acceder a un período transitorio para un empleado pagando un alquiler mensual. Luego, con la ayuda de mi suegro, pudimos hacer una casita para los empleados acá en el establecimiento. Hoy tengo dos muchachos trabajando conmigo en el tambo.

 

¿Qué tipo de ganado tenés en tu rodeo?

Tengo un poco de todo, Holando, Jersey y Kiwi. La idea es poder llegar a todo ganado Jersey, pero eso tiene un proceso, no se hace de un día para el otro. Lo voy haciendo a medida que voy cruzando el ganado para llegar a un ganado lo más puro posible. La idea es tratar de llegar a una vaca de tamaño medio para un sistema pastoril; que sea un animal que se pueda desplazar y que no sufra tanto con el tema de patas como te puede pasar con el Holando americano.

 

¿Y cómo estás viendo el negocio de la lechería? Sos joven para el promedio de los tamberos y siempre se habla de que es difícil convencer a los jóvenes para que incursionen en la lechería. 

De la experiencia que tengo en la lechería te puedo decir que el rubro nunca fue fácil. Los márgenes nunca fueron muy amplios, siempre fueron ajustados. Lo que sí veo es que cada vez se tiene que afinar más para que el negocio sea más rentable o pueda subsistir. Capaz que antes con un precio y costos más bajos, vos podías amortiguar algunas cosas que no se hacían bien del todo. Hoy esas cosas ya no corren y cada vez tenés que tener más registros. La calidad de la leche es algo que sí o sí tiene que estar bien; un manejo de las dietas cada vez más afinado y las vacas las tenés que preñar en los tiempos adecuados. En predios chicos, no hay otra explotación como la lechería para que puedas subsistir. En 100 o 120 hectáreas, si no hacés lechería, creo que con ganadería o agricultura no hay forma de alcanzar los niveles que te puede dejar un tambo. Y bueno, hay meses que te va ahí, que empataste, y meses que te va bien.

Fríamente, a título de número, no lo podés mirar porque uno, como productor, también se está haciendo de un capital que muchas veces no se tiene en cuenta. Capaz que no te quedás con un peso en el bolsillo, pero estás amortizando todo un capital.

El negocio de la lechería ha sido muy golpeado. Tuvimos un repunte de precios hace unos meses recién, pero los costos también están altos. Por eso hay que tratar de ser eficientes y meterle ganas. Todos nos bajoneamos a veces, pero esto es lo que uno sabe hacer medianamente bien y hay que seguir apuntando a eso.

 

¿Qué rol ha jugado la SPLF en tu inicio como productor?

El rol de la sociedad de productores ha sido muy bueno. Hay varios puntos que te diría que son buenos, la parte de la contaduría, la del registro de la trazabilidad, el BPS… El productor mediano y chico está muy enroscado, pasamos todos en la diaria haciendo una cosa u otra. Tener esos servicios te facilita mucho las tareas; a mí me ha facilitado mucho. Y después la parte de maquinaria, que vos tenés una financiación para trabajos en la tierra. Eso muchas veces da un aire para hacer las inversiones necesarias. A mí también me ayudó mucho todo el sistema de banco de vaquillonas que tiene la sociedad en su campo de recría.