Se conoce como período de transición de la vaca lechera al que se sitúa en el final del período seco y el comienzo de la lactancia, esto es desde 3 semanas preparto a 3 semanas postparto. Se trata de una etapa clave para hacer ciertas adaptaciones de la dieta que permitan atender los cambios que ocurren en la vaca y que serán determinantes del resultado de la siguiente lactancia.
Sabemos que durante el período seco la vaca tiene menos requerimientos nutricionales y con la dieta hay que procurar mantener o alcanzar un estado corporal adecuado y evitar la acumulación de grasa ya que la gordura preparto está asociada a varios problemas. Sin embargo, cuando el parto se aproxima ocurren dos cosas importantes: tiende a bajar el consumo de materia seca por parte del animal, al tiempo que se incrementan sus necesidades para satisfacer el crecimiento final gestacional del ternero y la producción de calostro.
Estamos entonces frente a una especie de “contradicción” fisiológica con la que hay que convivir. Mucho se ha trabajado el aporte de minerales en este momento, en particular de sales aniónicas, para prevenir los trastornos minerales pero no siempre se tiene en cuenta cómo debería ser el nivel y calidad de energía y proteína en la dieta.
Es sabido que cuando una vaca comienza la lactancia en un buen nivel de producción, eso es determinante del resultado de la totalidad de litros que obtendrá. Se estima que por cada 1 litro más de producción láctea al comienzo, se obtendrán 200 litros más en esa lactancia.
También es muy importante el impacto reproductivo. Cuanto antes se corrige el balance energético negativo de este período, antes se reinicia la actividad ovárica y es posible preñar. Esto necesita de energía y proteína en cantidad y calidad adecuadas.
La necesidad de proteína en la dieta se incrementa 3% (+ 3% de PC) en el preparto y otro 3% en el postparto inmediato. Esto significa que debemos pasar de una dieta con 12% de PC en el período seco a una con 18% de PC en el postparto. Esto permite corregir el desbalance proteico de este período y minimizar sus efectos productivos.
Recordar que muy difícilmente podemos satisfacer las demandas a las que hacemos referencia, solo con forrajes y particularmente si están aportados como fardos o ensilajes. Tampoco los granos –maíz, trigo, cebada-consiguen alcanzar las metas en proteína, especialmente si nos referimos a vacas de más de 25 litros de producción.
En consecuencia, resulta muy conveniente en el período de transición, comenzar a suplementar con concentrado proteico de alta calidad como el expeller extrusado de soja. Este es una fuente de proteína de muy alta digestibilidad, que presenta más de la mitad como proteína pasante, es decir, aquella fracción que no es degradada en el rumen sino que pasa al intestino para ser transformada en aminoácidos que son utilizados directamente. Este atributo distingue al expeller de los otros concentrados proteicos de la soja, como los pellets de harina.
Mas proteína pasante significa que la vaca recibe los aminoácidos que requiere sin depender totalmente de la fermentación ruminal, lo que es importante en especial en este período de transición, en el que la flora está en readaptación al cambio de dieta.
Un efectivo aporte de concentrado proteico a través de expeller extrusado de soja desde la transición, contribuye de manera significativa a alcanzar el pico máximo de producción de la lactancia, además de mejorar el estado inmunitario y reproductivo para tener menos infecciones y más preñeces tempranas. Fuente: Dr. Fernando Rivero/Panarmix