La polémica está instada y, la mal llamada carne sintética, que tampoco hasta el momento tiene otra denominación válida, tuvo una exposición enorme a nivel mundial tras los resonantes comentarios realizado por Bill Gates, uno de los principales inversores en este alimento en el mundo. Esto puso en tela de juicio al principal producto de exportación de Uruguay y generó una gran molestia en el sector ganadero, que salió a defenderse de este ataque. El principal de Microsoft dijo que la población de los países desarrollado debería dejar de comer carne, pasarse a la sintética, de manera de contribuir a mitigar el calentamiento global.

Desde el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) se tomó una postura de enfrentamiento a estas afirmaciones, para demostrar la sostenibilidad del sistema de producción de carne en Uruguay.

El escenario fue evaluado por José Bonica, presidente de INIA, en diálogo con Negocios Rurales, la revista de la Asociación de Consignatarios de Ganado, que se publicó este martes con el diario El País.

 

¿Cómo evalúan desde INIA la situación que se ha generado con la carne sintética?

Que la carne uruguaya, nuestro producto estrella de exportación, sea atacado, sin dudas no es una buena noticia, pero debemos tomar las fortalezas y oportunidades que esto brinda para Uruguay, porque debemos realzar las bondades de la carne tal como la conocemos, desde el punto de vista alimenticio, pero también desde el sabor y sobre todo —por último pero no menos importante— las ventajas que tiene en el entorno y en la manera que se produce, alineado éticamente con lo que el mundo requiere actualmente.

 

¿Cuáles deberían ser las estrategias de Uruguay para contrarrestar el lobby que tiene ese tipo de alimentos?

Uruguay debe recordar tanto a sus habitantes como a los consumidores extranjeros las bondades de nuestra carne, por un lado lo que ya se sabe por su terneza y sabor, pero lo otro que ahora está en el tapete son las oportunidades que tiene Uruguay, ya que tenemos que mostrar lo que es nuestro campo natural, que es la base principal de producción de carne. Ahí están todo el tiempo nuestros animales, se crían nuestros terneros, se termina un gran porcentaje de animales ahí, incluso vacas viejas y algunos novillos y debemos mostrar este ecosistema y sus bondades.

Debemos recordar aspectos que van más allá de nuestra huella de carbono y debemos focalizarnos en temas como la agroecología o los servicios ecosistémicos. Estas palabas, que suenan raras, en realidad se refieren a que debemos afirmar que producimos alimentos de calidad en ambientes que son biosostenibles, que mejoran la dinámica y la calidad del agua, que aportan a lo que tiene que ver con el cambio climático, entre otras.

No sólo producimos carne sino que mantenemos otras cosas, que el mundo del hemisferio norte está reclamando y no sólo lo hacemos, sino que lo hacemos bien y de forma casi natural, ya que es la manera que entendemos que se debe producir. Entonces, sin dudas debemos mantener lo que estamos haciendo, analizarlo bien para saber si tenemos alguna debilidad para fortalecerla, pero sobre todo comunicar las bondades nuestras.

Lejos está la carne uruguaya de ser producida donde se deforesta el amazonas, lejos está de estar compitiendo en el uso de la tierra para producir otro tipo de alimentos de consumo humano, sino que al revés, desde un entorno natural, donde conviven pasturas naturales y los rumiantes, se logra un producto de excelente calidad, que mantiene ese ecosistema.

Esto quiere decir no solo mantener a los rumiantes, sino también toda una flora y una fauna para que permanezca y se mantenga.

Nosotros nunca ponderamos ni promovimos esto y quizás ese momento ha llegado. Esos son los desafíos que se nos han presentado.

 

¿Qué argumentos tiene Uruguay para combatir estas tendencias del mundo?

Uruguay tiene información sobre su huella de carbono, en particular referida a la ganadería en la emisión de metano. La investigación ha venido trabajando en esto previendo la situación, ya que los investigadores siempre deben actuar con antelación a que lleguen las cosas.

A esta información tenemos que salir a recopilarla primero, procesarla de manera que la podamos utilizar para la toma de decisiones públicas, en los establecimientos o a la hora de promover nuestros sistemas de producción.

Uruguay sabe que hay una variabilidad grande en la producción y sabe que, en la medida en la que aumente el porcentaje de extracción, la huella de carbono por unidad producida es baja, y además sabemos que cuando nos comparamos con otros países, tenemos los modelos y valores para hacerlo.

Es cierto que Uruguay emite, frente a otros países, relativamente menos metano. También es cierto que sus niveles de productividad son menores, pero también es cierto que mantiene una biodiversidad increíble.

Si nos comparamos con Nueva Zelanda, que tiene excelentes pasturas y una muy buena performance de los animales pastoreándola, hay que tener en cuenta que esa no es la biodiversidad de ese país, porque su tapiz fue removido y remplazado por un sistema que genera alta productividad. Este no es el caso de Uruguay.

Tenemos una responsabilidad con el mundo de seguir siendo una fuente de alimentos primero y de alimentos de calidad para ser consumidos en momentos especiales en la vida de las personas.