Quedan pocas o ninguna duda al respecto: quien pretenda participar de forma exitosa en el mercado internacional de la carne bovina (y en el de la proteína animal en general) debe hacer todo lo posible por mejorar sus condiciones de inserción en el mercado de China. En eso está el gobierno uruguayo.
Recién en 2018 China superó el millón de toneladas carcasa importadas de carne bovina. Las proyecciones para 2022 son que superará los 3 millones; en cinco años más que triplicó el volumen, al pasar de 902 mil toneladas en 2017 a las previstas 3,25 millones para el año que está empezando. Impresiona, pero uno de cada tres kilos importados, será comprado por China.
Esa es la proyección manejada por el USDA, coincidente con la de Faxcarne y la australiana Global Agri Trends, en cuanto a que el crecimiento de la corriente importadora del país asiático este año será del entorno de 10%.
Según Faxcarne, el aumento se dará fundamentalmente por un mayor flujo comercial desde Brasil y Argentina, países que —se supone— no atravesarán los contratiempos —sanitarios y políticos, respectivamente— sufridos en 2021.
Uruguay, en tanto, difícilmente logre sostener el récord de producción de 2021. Aunque si los precios —como se prevé— siguen siendo atractivos este año y seguirán incentivando una aceleración de la terminación, parece muy difícil que se llegue a los más de 2,6 millones de vacunos faenados. Por lo tanto, aunque China eleve su participación dentro del total exportado, difícilmente logre superar las 361 mil toneladas exportadas en 2021.
Por su parte, el analista de Global Agri Trends, Simon Quilty, proyectó exportaciones a China desde Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos en baja este año. En la suma de los tres, pasarían de 528 mil toneladas en 2021 a 513 mil en 2022, con descensos de Nueva Zelanda y Estados Unidos, parcialmente contrarrestados por un moderado aumento australiano.
Todos miran a China, todos hacen negocios con China, todos apuestan a China, y por ahora ganan.