Por Andrés Oyhenard
El presidente de Conaprole, Gabriel Fernández, habló con La Lechera sobre las prioridades de su gestión, el futuro de la lechería, los mercados y la relación con el sindicato, entre otros temas.
Si me tuviera que resumir brevemente cuál es el principal desafío de su gestión como presidente de Conaprole, ¿cuál sería?
Llegar a generar una mayor estabilidad y rentabilidad en los productores a través de la gestión de la cooperativa con dos objetivos que son claros. Uno es ganar eficiencia en los procesos industriales a través de eficiencias en la producción y también en la comercialización de productos con más valor agregado. Por otro, se trabaja con el área de Productores y Relaciones Cooperativas para llevar a los productores que tienen esa productividad por hectárea más baja a los niveles más altos. Solo con eso, haríamos un cambio trascendental en la lechería del Uruguay. Si nosotros lográramos que el 50% inferior tuviera niveles similares de productividad al superior, la lechería se transformaría. Eso es, sin dudas, todo un desafío que, quizás, obviamente no solo depende de Conaprole; hay varios factores, entre ellos un tema generacional que es recurrente en el sector.
La transferencia de tecnología o el acceso a la tierra son otros cuellos de botellas que tiene el sector. ¿Qué puede hacer Conaprole para apalancar más esa pata para llegar a ese 50% de productores que tiene una productividad inferior?
Con el productor, de hecho, se hace y se va a seguir haciendo la transferencia de tecnología. Al mismo tiempo, también hay un trabajo sociológico con los productores y las familias involucradas para ir viendo cómo se puede mejorar. Hoy Conaprole tiene un proyecto donde se identifica a un grupo de productores familiares exitosos en sus predios y otro grupo de productores familiares, de características similares, pero con resultados económicos distintos, con la participación de una socióloga, que es hija de un productor y que está vinculada a la lechería. Ahí se trabaja con ese grupo y familia para ver dónde están los cuellos de botella, cómo tienen distribuido el trabajo, cuáles son los objetivos, dónde pueden crecer y cuáles son las prioridades de la familia, buscando que despejen esos inconvenientes y se asemejen más a productores similares, que tienen otro nivel de vida, otro éxito y otro resultado económico. El objetivo es trabajar en todos los ámbitos que se pueda incidir para mejorar la calidad de vida del productor.
La escala suele aparecer como una barrera para el crecimiento de muchos productores lecheros. Muchas veces se maneja que es difícil que un productor, por decir un número, de menos de 100 hectáreas, pueda generar una rentabilidad adecuada. En Uruguay y en el mundo hay una tendencia a la concentración de la producción. ¿Cómo lidia Conaprole con esa tendencia, teniendo en cuenta que buena parte de sus socios son pequeños tamberos?
En mi barrio (Sarandí Grande) tengo un productor que me decía: `Mirá, yo saco de mi predio para mi familia todo lo que produzco, más la carne, más US$ 1.000 por mes, además de tener la vivienda, parte de los alimentos producidos en el predio, la energía, agua (...) En fin, tengo mi vehículo’. Este productor tiene un empleado que ordeña. Yo sacaba la cuenta que esa familia tiene un ingreso de $ 100 mil libres por mes para mujer y su hijo, trabajando un predio bastante menor que las 100 hectáreas que mencionabas. Hoy es posible ser rentable y tener un ingreso digno en una superficie pequeña.
Los últimos remates de Fonterra han pautado cierta estabilidad de los precios. Quizás algo llamativo sea una cotización de la leche en polvo descremada por encima de la entera. ¿Tiene algo que ver esto con el conflicto entre Rusia y Ucrania?
Se sabe que hay poca leche en este momento y hay una demanda importante por leche en polvo descremada, no tanto de leche en polvo entera, donde los compradores son menos. Se da una situación que obviamente no es lógica porque si tú sumas las condiciones de la leche en polvo descremada más la manteca que puedes producir, te da un equivalente muy beneficioso. No son condiciones lógicas, son situaciones puntuales de mercado.
¿Conaprole puede aprovechar esto entonces para producir menos leche entera y apelar más a la descremada y la manteca?
Sí, por supuesto. Lo ha hecho ahora con alguna limitación porque, por otro lado, el principal destino para nuestra manteca era Rusia y hoy no está en la paleta de las alternativas. Entonces, tampoco podés pensar que vas a elaborar todo como leche en polvo descremada, porque después tenés que colocar la manteca.
¿Qué perspectiva hay con el tema de remisión de leche para el cierre del próximo ejercicio del 31 de julio? La salida de Olam seguro tendrá su impacto.
Tal vez vayamos a cerrar un poco abajo con respecto al año pasado. Si despejamos Olam, estamos en los mismos niveles de producción. Obviamente que Olam tenía una participación importante. Si bien hay una parte de las vacas que van a seguir ordeñándose y que van a seguir enviando leche a Conaprole, es alrededor de un 40%. La otra parte se fue a la industria frigorífica. Sin dudas que esa salida de un productor tan importante va a pegarle a la producción nacional de leche.
Teniendo en cuenta la escasez de materia prima y el aumento de la capacidad instalada de Conaprole, ¿no se ha pensado en tener algunos tambos testigos para asegurarse una parte de la remisión?
Los ejemplos de industrias que ingresaron a la producción primaria en otros países no fueron buenos. Ceo que tenemos mucho por hacer todavía para mejorar la eficiencia de la cooperativa y el desarrollo en los mercados internacionales. Lo que queremos hacer es apoyar a los productores para que tengan un número mejor en sus negocios y eso los motive a seguir creciendo en la producción.
¿La cooperativa tiene más elementos hoy para definir si habrá una reliquidación de precios sobre el final del ejercicio?
Vamos evaluando los precios mes a mes. Seguramente, en función de estos precios, podamos hacer alguna bonificación invernal para los últimos meses del ejercicio, pero el número no está cerrado. Si lo tuviéramos, ya lo hubiéramos comunicado.
Para cualquier exportador, la caída importante que sufrió el tipo de cambio desde fines del año pasado es una noticia negativa. ¿Cuánto le pega a Conaprole hoy esos $ 3 menos del tipo de cambio?
Sí, es una pérdida significativa. Si sacás la cuenta de lo que exporta la cooperativa y la diferencia del tipo de cambio, por cada peso que baja el dólar, el impacto es grande. En la otra vereda, tenemos al mercado interno que, en términos de dólares, se beneficia. La contabilidad de Conaprole está en dólares, por eso siempre es relevante que el tipo de cambio esté fuerte. Eso forma parte de todo lo que luego termina en el precio al productor.
Pero no solo es una cuestión de tipo de cambio, estamos viendo una variación al alza muy importante de los costos de insumos. En todos los expedientes de nuestros proveedores que vienen al Directorio vemos que hay un aumento de precios, en algunos casos, muy significativo. La semana pasada vimos un ejemplo con un expediente de un proveedor de envases que prácticamente había duplicado su precio. Son insumos que están muy vinculados al valor del petróleo. De todas formas, somos optimistas con la coyuntura para el negocio.
¿Cómo está hoy la salud financiera de las matrículas de Conaprole? Hasta no hace mucho tiempo atrás había un número alto de tamberos con saldos en rojo.
Hoy en día estamos en una situación récord de porcentaje de cobro de las matrículas, o sea, sobre lo que cobran respecto a la remisión. Esto es algo que no veíamos desde el 2012, 2013, 2014. La expectativa que tenemos es que abril va a ser un mes espectacular en cuanto a los números de los productores.