Los ingresos de los productores del medio oeste norteamericano fueron 44 % menores en 2019 frente a los que obtuvieron en 2013. La razón principal fue que el precio de los commodities agrícolas cayó en forma sostenida ese periodo (pasó de 180 a 140, sobre una base 100 en 1979), según advierte la Reserva Federal de Kansas.
Una situación similar se produjo entre 1979 y 1983, con una caída del ingreso de los Farmers de 48% a lo largo de cuatro años. En esta etapa, la declaración de quiebras de empresas agrícolas aumentó 30%, a diferencia de estos últimos años, en los que eso no sucedió. Esto se explica porque endeudamiento de los Farmers se ha reducido drásticamente entre 2000 y 2010.
En esos años, emergió el superciclo de los commodities en el comercio mundial, gracias a un aumento de la demanda combinado con un alza de los precios, como consecuencia de la irrupción de China y Asia en el intercambio global.
El punto de inflexión que ocasionó la aparición del superciclo de los commodities fue el ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 2001. Esto implicó para los productores agrícolas estadounidenses –y para los del mundo entero- un círculo virtuoso de mayores ventas, mejores ingresos, altas e inversiones, así como la caída vertical del endeudamiento. Este poderoso fenómeno concluyó en 2010, y no se ha repetido.
Los cambios
Los Farmers han sido duramente golpeados por la “guerra comercial” entre Estados Unidos y China, con una caída de las exportaciones de más de 30% entre 2018 y 2019, debido al virtual cierre del mercado chino.
Donald Trump, con el respaldo del Congreso, ha procurado compensar esta pérdida con un paquete de subsidios por US$ 13 mil millones, que cubre entre 30% y 40% de los menores ingresos.
Algo semejante ocurre con el estallido de la peste porcina africana en China, que encuentra a los Farmers sin poder participar de esta enorme oportunidad histórica abierta en el mercado mundial de carnes.
Más de un millón de cabezas de ganado porcino ha sido sacrificado en la República Popular China desde agosto de 2018, incluyendo 94 millones de vientres, con una caída de la producción de 25% a 35% en 2019, en un episodio de magnitud global que podría durar 10 años o más.
Esta fiebre que impacta en China ha provocado como subproducto una disminución de la importación de poroto de soja para alimentar a su población animal, y esto golpea en forma directa a los productores del Medio Oeste norteamericano.
El boom agrícola de EE.UU. entre 2000 y 2010 se sustentaba en dos impulsos fundamentales: el crecimiento de la industria de biocombustibles que absorbía más de 40 por ciento del total de la producción de granos; y luego la fenomenal demanda china.
El primero se mantiene, pero el segundo se ha reducido drásticamente. La alternativa que aparece en el mundo surge del aumento de la población africana, que crecería en más de US$ 1.300 mil millones de personas para 2050, con un alza equivalente en la demanda de productos agrícolas.
El fenómeno chino ha sido sólo subsidiariamente provocado por el aumento de la población. Se debe en especial al auge excepcional del ingreso per cápita de los 1.440 millones de habitantes de China (crece 8,1% anual y se duplica cada ocho años). Nada de esto parece ocurrir en el continente africano.
Los Farmers enfrentan primordialmente la competencia de la producción brasileña, cuyos costos de producción son entre 30% y 40% menores a los de los estadounidenses. Lo único que frena la extraordinaria competitividad del agronegocio de Brasil es la precariedad de la infraestructura, comparada con el volumen de producción en ese país.
Una de las prioridades del gobierno del presidente Jair Bolsonaro y del Ministro de Economía, Paulo Guedes, es superar este obstáculo estructural para el pleno despegue del potencial agrícola brasileño. En ese caso, lo que ya ha comenzado a ocurrir, los Farmers enfrentarían el mayor desafío competitivo en el mercado mundial de su historia.
La respuesta de los productores agrícolas del Medio Oeste, y del conjunto de la cadena de producción agroalimentaria de EE.UU, ya está trazada: consiste en que los Farmers dejen de serlo (productores centrados en la tierra y en el aumento del rendimiento de sus cosechas) para convertirse, a través de un elevado y sostenido nivel de calificación de ellos y de sus hijos, en empresarios de la totalidad del negocio agroalimentario, por definición global.
Este es un proceso en marcha en EE.UU, un país acostumbrado a reinventarse a sí mismo; y pronto, en los próximos 10 años, aparecerá un nuevo agronegocio estadounidense, de nivel terciario o universitario.
Frente al desafío brasileño, la producción agrícola norteamericano apuesta como siempre a lo cualitativo.
En base a AGROVOZ