El Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES), realizó y presentó un informe sobre el sector lácteo donde se desprende que un aumento del 30% de la producción en el rubro (utilizando capacidad instalada ociosa) generaría 8.500 empleos directos e indirectos en la economía, con un impacto total de US$ 1.300 millones, que representa 2,6% del PIB. El trabajo se realizó a pedido de la Sociedad de Productores de Leche de Florida (SPLF).
De acuerdo con el documento, Uruguay produce 16,6 litros de leche por vaca por día, y en caso de converger al nivel de Argentina (21,4 litros por vaca por día), implicaría un aumento del 29% de la producción: “Los datos vinculados a la industria muestran que se utiliza un 70% de la capacidad instalada, por lo que es razonable suponer que se podría aumentar la producción en 30%”, explica la investigación.
El sector lácteo comprendió el 8% del total de exportaciones uruguayas en 2020 (US$ 690 millones), siendo el 75% de la producción total del rubro. La leche en polvo explica más del 70% de las ventas del sector al exterior, seguido por los quesos (15%) y la manteca (7%). Argelia (24%), China (23%) y Brasil (22%) han sido los principales destinos de los productos lácteos, aunque existen barreras arancelarias para ingresar al país africano -donde Uruguay paga un 5% de arancel, al igual que Argentina, Nueva Zelanda y Países bajos- y al gigante asiático, donde el arancel es de 10%.
“La perspectiva de firmar un TLC con China sería de enorme beneficio para el sector, pero tampoco es conveniente depender únicamente de China para comprar nuestros productos”, describe el documento, dado que “China está aumentando notoriamente su producción para abastecer su demanda interna y probablemente compre menos lácteos de afuera en el futuro”.
Una de las preocupaciones que releva el documento es el alto endeudamiento del sector, que en los tambos “pasó de US$ 71 millones a US$ 333 millones”, y en “la industria lechera pasó de US$ 74 millones a US$ 223 millones” desde 2010 hasta setiembre de 2017. “Los productores afirman que los créditos que reciben son de muy corto plazo, y no se ajustan al flujo de fondos de los proyectos. Además, casi la totalidad de los créditos (97%) están indexados en dólares, y los ingresos de los productores son en pesos,” puntualiza CERES.
Otro desafío del sector es la inversión en tecnología para mejorar la productividad, sin embargo, “la reconversión de capital humano no es inmediata: hay un costo asociado a aprender a usar las nuevas tecnologías, y algunas de ellas pueden dejar a algunos trabajadores obsoletos”. Esta cuestión se extiende a lo largo de toda la cadena, que incluye “el acceso a personal calificado en el interior, la capacitación de los mandos medios, y la reconversión de la mano de obra tras la inclusión de alta tecnología”.
“El sector lácteo es uno de gran trayectoria e importancia en nuestro país. Las condiciones climáticas ayudan y, junto con los bajos costos de la tierra y mano de obra, hacen al país muy competitivo internacionalmente. Pero no se puede depender de estos factores por siempre. A medida que el mundo se globalice estas ventajas van a ir desapareciendo, y habrá que apostar por productividad”, concluye CERES.