Los datos presentados este jueves por el XXII Taller de evaluación de diagnósticos de gestación vacuna 2024 en INIA Treinta y Tres dejaron en claro que la cría dejó de ser el último orejón del tarro en la cadena ganadera. El año pasado, en medio de la peor sequía que se tenga registro, se logró una tasa de preñez (más que aceptable) del 71%. Como era previsible, con una mejora sustantiva de la condición forrajera durante la pasada primavera-verano, la tasa de preñez que se presentó este año tuvo un salto sustantivo (+14 puntos).

Las ecografías realizadas a 315.274 vientres a nivel país determinaron una tasa de preñez del 84,1%, un récord desde que se comenzó a realizar este diagnóstico hace más de dos décadas. En la presentación, el veterinario Emilio Machado destacó que las altas tasas de preñez fueron generalizadas tanto para los criadores que realizan tareas de manejo para mejorar sus niveles de procreo como para los predios que no la realizan. Además, el porcentaje de vacas falladas fue muy bajo (5%). Hubo departamentos como Rivera que llegaron a tasas de preñez de 89,1% o Flores con 88,8%, pero los de la cola, como Lavalleja (80,6%) o Colonia (80,8%), registraron porcentajes más que interesantes.

Generación récord de terneros

El stock de cría que Dicose contabilizará cuando se procese la próxima Declaración Jurada de Existencias debería ser superior a los 4,12 millones de cabezas que se reportaron el año pasado. En 2023, un número importante de vacas de invernada falladas ingresaron al rodeo de cría porque no había pasto para engordarlas (+140 mil cabezas). Asumiendo un stock de vacas de cría sobre unos 4,26 millones de cabezas este año y un destete sobre un eje del 75%, la ganadería uruguaya logrará producir un récord de casi 3,2 millones de terneros, superando el máximo anterior de 2020 (3,01 millones). Además, serán unos 600 mil terneros más que los que seguramente se contabilizarán este año.

Es indudable que la cría ha ganado resiliencia en la última década y que se han incorporado técnicas de manejo que están haciendo un rodeo cada vez más eficiente y productivo. Buena parte de esta mejora no solo se deba al factor tecnológico sino a las señales de precios que han recibido los criadores en los últimos años, con un fuerte dinamismo de la exportación en pie, un factor que ha jugado un papel clave a la hora de fijarle cierto piso al mercado como ocurrió en la zafra que acaba de culminar. El promedio de los remates por pantalla en enero-mayo tuvo un ternero al bulto a US$ 500 frente a los US$ 400 del año pasado.

Ahora queda el desafío para que esa generación récord de terneros termine su ciclo en Uruguay y el país puede alcanzar mayores tasas de extracción de su rodeo vacuno para generar más valor agregado en la cadena, algo que parece fácil de decir, pero no tan sencillo de llevar a la práctica. La industria tiene capacidad de sobra para procesar esos 600 mil terneros más que se producirán esta primavera, y que comenzarán a faenarse desde 2026, un año donde puede producirse menos carne a nivel global (reversión del ciclo en Australia, Brasil y EEUU) y la realidad de precios puede ser diferente a la actual.