Con la vara alta tras el récord histórico de productividad alcanzado en la última zafra, los productores arroceros del Uruguay ya están avanzados en la siembra del arroz que cosecharán en 2022. Entre las proyecciones y novedades del periodo que comienza destacan el incremento del área sembrada, la incidencia positiva de un verano que se prevé más seco de lo normal y el lanzamiento de tres nuevas variedades desarrolladas por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA).

“Según la Asociación de Cultivadores de Arroz (ACA) y la Gremial de Molinos Arroceros (GMA), si todo sigue como hasta ahora, está previsto llegar a 164.000 hectáreas sembradas. Eso tendría un impacto económico positivo para el país y especialmente para las zonas donde se produce el arroz que son las menos desarrolladas del Uruguay”, dijo el Ing. Agr. (PhD) Federico Molina, investigador del Programa de Arroz de INIA. Esto equivaldría a unas 20.000 hectáreas adicionales respecto a la zafra pasada y es una cifra que podría incrementarse aún más, “pero necesitaríamos más represas o tomas de agua en algunos lugares clave para lograrlo”, afirmó.

A pesar de que el área sembrada a nivel nacional es pequeña, la productividad es muy buena y eso permite que Uruguay sea el séptimo exportador de arroz en el mundo. “El sector ha crecido y se ha desarrollado significativamente en las últimas décadas. En los años 90’ hubo una gran dependencia regional con Brasil que era nuestro principal comprador, pero luego los mercados se fueron abriendo y nos fuimos posicionando. Hoy exportamos el 95% de lo que producimos a más de 50 países, generando divisas por 500 millones de dólares”, valoró Molina. 

Por otra parte, la previsión de un verano seco también jugaría a favor de la producción. Esta proyección se apoya en un estudio realizado por INIA que indica que, en años de mucha lluvia a causa del evento climático de El Niño, los rendimientos son relativamente menores, y en los años con poca lluvia como el que se pronostica debido a los efectos de La Niña, son mayores. Esto se debe a que el cultivo de arroz es 100 % regado, por lo tanto, cuando se da este último fenómeno hay mayor luminosidad y temperatura lo que favorece el desarrollo del cereal.

Otra de las novedades de la zafra 2021-2022 es que los productores podrán acceder a tres nuevas variedades desarrolladas por INIA, SLI09197, SLI09193 y una aromática. Actualmente, el instituto lidera el podio de las más sembradas con INIA Merín, una variedad índica de alto potencial de rendimiento que el periodo pasado ocupó el 40% del área y que en este se estima que alcance el 50%.

Como principal proveedor de genética del sector, INIA también introdujo en el registro dos nuevos cultivares, CL1202 y CL 1294, que son resistentes a un grupo de herbicidas denominado imidazolinonas.

“Desde sus comienzos el Programa de Mejoramiento Genético de Arroz de INIA ha liberado variedades que contribuyeron al desarrollo del sector y al aumento del rendimiento. Eso, sumado a la cercanía y el permanente trabajo conjunto con la GMA, la ACA y diferentes actores del sistema nacional de investigación y socios estratégicos internacionales, ha permitido una mejora productiva y un posicionamiento destacado del arroz uruguayo a nivel mundial”, valoró Molina.

Consultado por los principales desafíos de esta zafra, el investigador apuntó a los costos de producción, que incrementaron de 1800-1850 dólares por hectárea, a 2000 dólares o más, a causa del marcado aumento internacional del precio de los insumos en el último año debido a la crisis energética que incidió especialmente en herbicidas, fertilizantes y combustible.

“Sin dudas esto va a tener su efecto y el sector va a depender de los rendimientos y del precio de venta. Desde el punto de vista de la ecuación aumentaron los costos, pero si se logra sembrar la mayor parte del cultivo en octubre y si luego se cumple la previsión del verano seco, el pronóstico optimista para esta zafra puede mantenerse”, señaló.

A nivel de sector, el experto detalló que los nuevos retos a futuro están vinculados con la trazabilidad, la inocuidad y la sostenibilidad. “Todavía no nos han solicitado la trazabilidad del arroz, pero desde INIA estamos trabajando en eso hace mucho tiempo, adelantándonos a una exigencia que puede venir en el futuro. Como investigadores tratamos de medir y cuantificar datos e indicadores de la realidad productiva para que, si mañana cambia o aparece algún requerimiento nuevo en el mercado, tener la información para que el productor pueda hacer los ajustes necesarios”.

Asimismo, la ACA en conjunto con el sector ha elaborado un manual de buenas prácticas para el manejo sostenible del cultivo. Este documento apunta a obtener buenos rendimientos y calidad asegurando el cuidado de los recursos naturales y la inocuidad del producto que llega a los consumidores y a los mercados a los que Uruguay vende el arroz.

Como conclusión, Molina señaló que “el gran desafío es obtener buenos rendimientos con costos equilibrados que hagan sostenible la producción, valorizando el producto sin perder de vista la inocuidad y minimizando los potenciales impactos ambientales. Eso es lo que se nos viene como sector y es una de las prioridades ineludibles que debería estar arriba de la mesa de la investigación, la industria y la producción”.