Llegaron los primeros fríos. Quizás esa sea la única noticia que podría considerarse de sesgo negativo para el mercado ganadero. Todo el resto, tanto en el plano local como en el internacional, confluye en determinar un escenario de gran firmeza, tanto para la carne como para la hacienda.
Desde el punto de vista climático la primera mitad del otoño transcurrió de forma casi ideal, sin déficit hídrico y con temperaturas templadas que aseguraron un buen desarrollo forrajero para encarar el invierno. Algunas fuentes consultadas señalaron que había cierto retraso en el crecimiento de los verdeos, pero los campos lucen excepcionales.
Desde el lado de los mercados externos se van sumando novedades que todas tienen el mismo sesgo: una demanda que tiende a afirmarse y una oferta con dificultades para satisfacerla. La conclusión lógica es un mercado firme y con precios en alza que se están trasladando hacia toda la cadena. El precio medio de exportación de la carne vacuna fresca por parte del Mercosur en abril se estima en US$ 4.734 por tonelada peso embarque, con una tendencia alcista sostenida durante los últimos tres meses y 13% superior al piso de US$/t 4.172 de julio pasado.
El principal motor de la demanda en los dos últimos años ha sido la epidemia de peste porcina africana (PPA) en China y aledaños. Esta, lejos de quedar atrás como intentan convencer las autoridades chinas, sigue generando grandes dolores de cabeza en el principal productor y consumidor mundial de esta proteína. Por lo tanto, sus necesidades de importación continúan muy elevadas.
Desde el lado de la oferta, en tanto, se suman contratiempos que impiden a los grandes exportadores mundiales satisfacer de buena manera esta intensa demanda. Los dos principales proveedores de carne vacuna al mundo, Brasil y Australia, atraviesan por intensas fases de recomposición de existencias que reducen la producción. En Australia proyectan que en 2021 la faena de vacunos será la menor en 35 años, en tanto que en Brasil cada vez son más las voces que entienden que no podrá sostener el enorme volumen embarcado en 2020. Por más que la demanda interna en Brasil sufre las consecuencias de la pandemia y de la crisis económica, el saldo exportable dejará de crecer porque la producción va a caer.
En las últimas semanas se sumaron los problemas en India, otro oferente trascendente, en este de carne de búfalo —más barata— a países de Medio Oriente y China. La debacle por el colapso del sistema sanitaria debido a la explosión de casos de Covid-19 genera inconvenientes a nivel de la producción y de las industrias, por lo que su oferta se redujo de forma significativa. India coloca su carne fundamentalmente vía el canal gris —de contrabando— a China y en Egipto. Esto está elevando los precios de exportación de Brasil a Egipto a niveles no vistos desde 2009 y ejerce presión al alza en China, en especial en el segmento de productos de menor valor.
Según proyecciones del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), India exportaría 1,375 millones de toneladas carcasa de carne de búfalo este año. Es muy probable que no lo logre, generando un hueco adicional en el mercado.
Brasil, Australia, India, son jugadores clave. Y se suman las incertidumbres generadas por gobiernos populistas como el de Argentina, que amenaza con recortar las exportaciones si no bajan los precios internos de la carne. O Bolivia, un jugador de tercer o cuarto orden en el contexto internacional, que prohibió sus crecientes exportaciones de carne vacuna para bajar los precios internos del producto.
La consecuencia es un mercado internacional muy firme y con precios en alza, lo cual se confirma en los datos de Uruguay: el valor medio de exportación de la carne congelada a China aumentó 7,8% en abril respecto a marzo.
Y esta mejora se está trasladando a los precios de la hacienda, para lo que ayuda la indispensable situación favorable desde el punto de vista forrajero. Los frigoríficos uruguayos están encontrando dificultades para abastecerse de materia prima, por lo que compiten de forma intensa por el producto. Desde fines de marzo el precio del novillo especial aumentó en el entorno de US$ 30 centavos por kilo carcasa. Como consecuencia, también mejoran las cotizaciones de las categorías de reposición próximas a edad de faena.
El mercado está muy firme y esa parece será la constante durante este año. Y si el combate a la pandemia resulta exitoso, vacunación mediante, la expectativa es que las buenas señales se extiendan hacia 2022.