El mundo se paralizó y la economía global se cae a pedazos. En el último mes el índice Dow Jones en Wall Street se derrumbó 33%, el petróleo Brent cayó a menos de la mitad de lo que cotizaba a mediados de febrero, el peso uruguayo, el real, así como las monedas de los países de Oceanía, bajaron en el eje de 20%; esta semana el mercado del gordo en Uruguay está virtualmente sin precio o con valores algunas decenas de centavos por debajo de las referencias que regían la semana pasada. Sin embargo, dentro de este caos, el ternero se mantiene impertérrito con una intensa demanda y precios sostenidos.
Se ingresó en la zafra, la oferta crece, el gordo se cae y, sin embargo, el ternero en Plazarural esta semana, con una oferta de más de 5 mil cabezas, subió 3,5% en el valor medio a US$ 2,49 el kilo. Con el novillo gordo eventualmente a US$ 3,20 el kilo carcasa —en realidad ayer no había precio— y con 54% de rendimiento, la relación de reposición se dispara al entorno de 1,43, retornando a los máximos históricos alcanzados por este cociente en 2016.
Es difícil explicar estas tendencias a contramano de todo, pero siempre se puede encontrar algún argumento. Uno puede ser que, dentro del cúmulo de alternativas productivas actuales, la ganadería de carne en el mediano plazo luce como la más promisoria. Lógicamente, el negocio del ternero no es a corto plazo. Y si se observa la agricultura, así como también la lechería, las condiciones de los mercados también son bajistas. Por lo tanto, como algo hay que hacer, se apuesta al ternero.
Otro argumento que tiene que haber ayudado a la demanda por animales de esa categoría son las oportunas lluvias de esta semana. La falta de agua se estaba generalizando y preocupando cada vez más. No llueve pasto, pero tranquiliza.
Por otra parte, la carga ganadera no es alta. Hay muchos campos livianos y hay opciones relativamente baratas para la siembra de verdeos que permiten, en la medida que el alimento no es caro, pagar algo más el precio del animal.
En definitiva, no es fácil de explicar en la actual coyuntura, pero el ternero encuentra argumentos para sostener su precio y su demanda.