En plena siembra de cultivos de invierno, Panorama Agrícola conversó con Nicolás Gómez, gerente de la Sociedad de Fomento Rural de Cardona (SOFORUCA), sobre los desafíos y las oportunidades que enfrenta el productor agrícola de la Fomento.
Ya casi en los descuentos de la ventana de siembra, ¿cuál es la situación de los cultivos?
Los lotes sembrados a fin de mayo, vienen muy bien. Ya se les aplicó la primera dosis de urea y, por el momento, vienen muy lindos. El problema vino con lo sembrado durante la segunda quincena de junio. Eso es lo más complicado. En los próximos días se verá si es necesario resembrar o si se pasa directamente a soja de primera.
Previo a empezar la zafra, había una expectativa instalada de sembrar un área interesante. Hasta la primera quincena de junio, las condiciones de siembra fueron excelentes. El suelo estaba a capacidad de campo, todavía sin llegar a estar saturado y, si bien las horas de luz ya eran menores por un tema de la época, todavía había clima seco para poder realizar las tareas.
A partir de la segunda quincena, todo cambió: cuando no llovía, había humedad permanente, lo que impedía la entrada de las sembradoras. Esta combinación de factores llevó a que perdiéramos gran parte del área de siembra durante la ventana óptima. Quedó una gran parte del área por sembrar y otra por resembrar. Esto siempre y cuando el clima acompañe y no cambie el escenario de precios actual.
¿Qué puede pasar con el área de invierno actual y la de la próxima zafra de verano?
En caso de no haber podido sembrar todavía el área de invierno creo que, en caso que siga subiendo la soja, va a depender de cuánto sea ese aumento. Si alcanza los US$/ton 340, y el trigo y la cebada se estabilizan en US$/ton 190-200, es probable que el productor decida saltearse el invierno y se pase directamente a soja de primera.
En el caso que la soja no suba de precio y el trigo y cebada se mantengan, mucha gente va a decidir sembrar cultivos de invierno, por un aspecto meramente financiero, de forma de poder tener un flujo de caja entre diciembre y enero.
Pero para que el productor siembre convencido trigo y cebada, y el área así supere las 500 mil hectáreas a nivel país como hace seis años, el precio tiene que estar por lo menos en US$/ton 230. De lo contrario, una eventual siembra de invierno se hace únicamente por la necesidad de obtener dólares para poder hacer frente a gastos y vencimientos sobre fin de año.
En la última zafra de verano, se obtuvo la segunda mejor cosecha de soja de la historia a nivel país, ¿cómo fue en el caso de Soforuca?
En el aspecto productivo se trató de un muy buen año. Resultó mejor de lo esperado a priori, incluso, cuando los productores enfrentaron los problemas de lluvias e inundaciones de noviembre y diciembre, con un alto porcentaje de áreas obligadas a resembrarse y otras, las menos, que se perdieron.
En algunas chacras se vislumbraba que iba a haber altos rindes. Se especulaba con muy buenas producciones en algunas zonas y otras menores en aquellos suelos desparejos, que enfrentaron dificultades para sembrarse. Resultó una grata sorpresa comprobar que en algunas chacras se llegó a los 3.7 mil kilos por hectárea, en superficies promedio de 350 hectáreas.
¿Cómo se posiciona el productor frente a esto?
El productor sale muy bien parado en este aspecto, de rendimientos muy buenos, que es por lo que trabaja: para maximizar los kilos producidos por hectárea. La otra cara de la moneda fue el aspecto económico comercial. Hablando en términos de planta de silos, una vez entregada la producción, al pasar la zaranda, el productor se encuentra con que se queda sin nada.
¿Cómo sería un caso típico de un productor promedio que refleje esta situación?
El productor sacó un volumen alto, explicado por los excelentes rindes. Hay productores, más grandes y con mejor estructura financiera, que pueden aguantar las ventas de forma de poder obtener mejores precios en el mercado disponible. Otros, de menor escala, no están en condiciones de retener y tuvieron que desprenderse del grano. En algunos de esos casos recibieron US$/ton 287, en promedio. Cuando cerramos la liquidación, descontando los servicios, seguro, renta, etc resulta que no le quedaba nada para cobrar. No sacar una renta, por más mínima que hubiese podido ser en una coyuntura de altos rindes, es algo que golpeó muy fuerte.
En el peor momento de la zafra, en mayo, se alcanzó un precio mínimo de US$/ton 270, ¿cómo afectó esto en las decisiones de venta?
En el aspecto precio, tuvimos un amplio abanico que factores que influyeron. Por un lado, el efecto de la guerra comercial entre China y EEUU, la fiebre porcina en Asia y, por último, las primas (o bases) que se fueron ampliando respecto a Chicago. Pese a todos estos efectos, el precio repuntó recientemente por un aspecto que no estaba en carpeta: las lluvias e inundaciones en EEUU. Con esto, algunos productores que no vendieron previamente pudieron obtener algunos dólares más por su cosecha llegando, en algunos casos, a entre US$/ton 310 y 315.
¿Alcanza este mejor margen que se consigue actualmente?
Estos valores resultan insuficientes. Con esto estamos unos US$/ton 60 todavía por debajo del precio de venta para obtener un margen razonable. En la situación actual, seguimos en el mismo dilema.
¿Cuál fue el área agrícola de verano?
Fue de 5,4 mil hectáreas, sumando soja, maíz y sorgo. Los rindes de soja fueron de 3,6 mil kilos, la de primera y 1,8 mil kilos, la de segunda.
En cuanto al área de invierno, se preveía 2 mil hectáreas de cebada y 1,3 mil de trigo. Actualmente estamos en mil y mil en cada uno. Nos queda muy poco de trigo y mil pendientes de cebada, sin contar resiembra, antes de tomar la decisión.
Lo único que falta es una tregua del clima. Porque capacidad de siembra, hay de sobra.
Previo a la cosecha, muchos operadores advertían sobre un potencial problema logístico al momento de la cosecha, ¿esto se cumplió?
Para nada. Fue una zafra de lo más tranquila, pese al volumen cosechado. Movimos unas 15 mil toneladas de soja. Esto permitió rotar las planta 2 veces. El manejo que hicimos nos permitió que, cuando llovió y se paraba la cosecha, se entró sin problemas y sin cuellos de botella.
Considerando el gran volumen y calidad de la cosecha, fue muy tranquilo. Arrancó lenta, ya que con los tallos verdes, las cosechadoras rendían de 30 a 40 hectáreas por día. Cuando empezó a tomar impulso, empezó a aumentar el flujo de camiones y las plantas estaban en el rimo de trabajo. Simultáneamente, nunca hubo un trancazo en el puerto.
Además, hay que agregar que mucha gente embolsó. No dispongo del dato exacto, pero gran parte del volumen quedó en manos de productores y acopiadores.
En febrero, se llevaba vendido cerca de un 5% ¿cuánto se lleva comercializado actualmente?
Hasta que empezó la segunda quincena de junio, tengo entendido que estábamos en un 65%, ya sea con fijación de precio o de prima (base o descuento respecto a Chicago). Debe quedar un 35% por fijar. En Soforuca tenemos 40% pendiente de fijación.
Ese porcentaje fijado en la Fomento (60%) deber estar en US$/ton 300-305, de promedio. El productor que vendió a ese precio, salió a cubrir inmediatamente las rentas del año pasado y préstamos bancarios. El 40% se encuentra esperando por subas para salir a vender, cobrar y volcar esos ingresos a rentas, gasoil, pago de servicios agrícolas y bancos. Pasando raya, no le queda nada.
¿Qué destacaría del productor de Soforuca?
Del productor de la Fomento, y creo que del productor en general, destaco su espíritu combativo, el hecho de nunca bajar los brazos y seguir tomando decisiones. Cuando parece que el desánimo puede ganarle, sigue buscando seguir produciendo.
¿Hay alternativas a la agricultura actualmente?
Actualmente, para quien ya tenía armado un esquema ganadero, tanto el precio de la reposición como del gordo, están dando algo de oxígeno. Quien no tenía nada vinculado a la ganadería, la ve de afuera, precisamente por lo que vale el ganado hoy en día, siendo inviable para empezar desde cero.
¿Qué otro rubro compite por las rentas y los campos?
Hoy en día la forestación es, por excelencia, el rubro que va ganando campos agrícolas. La lechería se mantiene, pero por el espíritu de no bajar los brazos. Hay tambos que no les da pero, para poder arrendar, el tambero uso área propia.
Hay productores que esperan por cambios, independientemente del signo político que gane en octubre y noviembre. Gane quien gane, el productor espera por un readecuación del costo de vida, de energía eléctrica y gasoil. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde.