Estamos atravesando un profundo cambio de época donde el tema ambiental juega un papel ineludible y los consumidores globales le asignan a éste un valor creciente al momento de elegir sus consumos, donde los alimentos les representa decrecientes porcentajes de sus ingresos.

El trigo fue y es central en el sistema agroindustrial argentino. Su relevancia se fundamenta en su alto consumo interno, en las exportaciones, en su rol en las rotaciones y en la generación de trabajo y riqueza un muchas regiones de nuestro país. La Argentina produce el 2,5% del trigo mundial y representa 6,4% de las exportaciones mundiales de equivalente grano.

Siempre la producción local fue tomadora de precios y en los commodities es importante la reducción de costos y eventualmente una diferenciación por calidad. Esto último es lo que los exportadores mundiales históricos han hecho al segregar por calidad, dando señales al sistema productivo y de mejoramiento genético que tiene importancia y retorno hacerlo. Los otros jugadores que no tienen sistemas de calidad son Ucrania/Rusia, un tercio del mercado global. Notable que el sistema comercial/exportador argentino no se interese por fomentar y pagar por calidad agregando valor que podría ser de cientos de millones de dólares.

En estos entornos aparece una novedad estructural que se asienta en un hito para la ciencia argentina y es la obtención de cultivos de trigo y soja resistentes a condiciones hídricas adversas a partir de un gen extraído al girasol. Este logro de la doctora. Raquel Chan, especialista en biotecnología vegetal, a cargo del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL) y en combinación con Bioceres, luego de 15 años de trabajo están llegando al mercado con un evento disruptivo. Hasta ahora, la mayor parte de los eventos en granos fueron generados por multinacionales y asociados a la resistencia a herbicidas o a insectos; HB4 es el primero que se asocia a una mejora productiva sin caída de rendimiento en condiciones normales y a una menor huella hídrica y de carbono. En condiciones de estrés baja costos económicos y ambientales.

Estamos entonces frente a un avance que surge de los laboratorios públicos, es viabilizado por una empresa, Bioceres, que es un caso único de productores asociados que generan eventos de última tecnología y fueron capaces de ingresar a la bolsa de New York, todo ello apalancado en normativas en mano de reguladores de escala nacional e interministerial. Un modelo virtuoso por donde se lo mire.