Joaquín Basso, gerente de Negocios de Granos de Cargill Uruguay.

Joaquín Basso, gerente de Negocios de Granos de Cargill Uruguay, estima una cosecha nacional superior a 1,5 millones de toneladas, con rindes mínimos de kg/ha 4.800. El principal desafío será ubicar un trigo con proteína baja por fuera del destino natural: Brasil. 

La zafra de invierno viene dejando números que superan ampliamente las expectativas iniciales. Joaquín Basso, gerente de Negocios de Granos de Cargill Uruguay, definió en diálogo con Informe Tardáguila la campaña como “claramente mejor de lo previsto”, con volúmenes muy por encima de las proyecciones de pre-siembra.

Explicó que los rendimientos están entre “10% y 15% por arriba” de las estimaciones iniciales y que el clima jugó un rol determinante: “Fue un año muy bueno para los cultivos de invierno, sobre todo para los cereales”.

En trigo, Cargill trabaja con un piso de kg/ha 4.800 promedio, aunque Basso anticipa que la cosecha será “más grande todavía”, con un volumen nacional que podría superar 1,5 millones de toneladas, un escenario impensado hace apenas semanas. “Tenemos mínimo 500 kilos más de lo que pensábamos al principio de la zafra”, apuntó.

Proteína baja: un problema comercial para Uruguay y la región

La calidad, sin embargo, no acompaña el rendimiento. Basso advirtió que la cosecha viene con una proteína promedio de 11%, insuficiente para los estándares del trigo panadero (12%-14%).

“Es un año difícil en términos de proteína; así es muy complejo colocar el trigo en mercados panaderos”, señaló.

La consecuencia inmediata es la necesidad de segregar trigos, operar con tolerancias específicas —que implican penalizaciones de precio— o bien buscar mercados de menor exigencia, como el forrajero. “Es un desafío logístico muy grande”, subrayó.

Brasil, destino tradicional del trigo uruguayo, tampoco ofrece un panorama claro. Según Basso, la situación es similar a la de Uruguay y Argentina: “En Argentina es incluso más complejo en proteína”. Esto lleva a los molinos brasileños a mirar trigo de extrazona, lo que presiona a la región a buscar destinos alternativos.

Entre las plazas potenciales aparecen sudeste asiático y norte de África, pero en volúmenes y ritmos más lentos aún. “Somos un origen relativamente nuevo para esos destinos, la comercialización se hace más lenta”, explicó.

En cuanto a precios, prefirió no definir referencias: “Se negocia lote a lote; no es un commodity este año”.

Por otro lado, la cebada acompaña el buen desempeño de la cosecha fina. Con un clima ideal para el cultivo, los rendimientos se ubican altos y con calidades aceptables para la industria, con "un rendimiento que también está siendo mejor de lo esperado”.

La zafra de oleaginosas muestra contrastes

Según Basso, la canola cerrará cerca de kg/ha 1.700, por debajo de lo proyectado inicialmente. La carinata, en cambio, se ubica alrededor de kg/ha 1.900, con una mejor performance agronómica.

La diferencia en fechas de cosecha también pesa: la canola entrega el campo a inicios de noviembre, mientras que la carinata recién lo libera a comienzos de diciembre. Esto incide directamente en la implantación de cultivos de segunda, un punto clave para la planificación del productor.

Basso destacó el rol estratégico de diversificar cultivos de invierno. Recordó que el año pasado la oleaginosa tuvo precios deprimidos y fueron los cereales los que “salvaron las cuentas”; mientras que este año ocurre exactamente al revés: “Ahí se ve el valor de la diversificación”, finalizó. 

 

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