Así como la guerra comercial determinó cambios en los flujos internacionales de soja, el acuerdo de Fase 1 que firmaron la semana pasada Estados Unidos y China tendrá un impacto importante y opuesto.
China se comprometió a importar desde Estados Unidos por un monto adicional de US$ 200 mil millones en los próximos dos años, incluyendo US$ 32 mil millones en productos agrícolas, entre ellos distintos tipos de carnes, granos y oleaginosos.
La soja es el principal producto en disputa. En 2017 —previo a la guerra comercial— Estados Unidos exportó casi 33 millones de toneladas de la oleaginosa a China, volumen que cayó entre 15-20 millones en medio de la disputa. Según proyecciones de Rabobank, esta corriente comercial ascendería a 38 millones de toneladas en 2020 y 48 millones en 2021.
“El gobierno chino seguramente diseñará un mecanismo para alentar a los molineros a comprar más porotos en Estados Unidos en vez de en Brasil”, dijo Rabobank. Agregó que posibles medidas a tomar en este sentido podrían incluir, aunque no limitarse, a “subsidios, el uso de permisos de importación especiales para restringir orígenes, inspecciones estrictas y cuarentenas a la soja brasileña y, en el caso que sea necesario, compras directas por parte del Estado”, dijo Rabobank.
La institución financiera concluye que “en consecuencia, los riesgos de disputas comerciales con otros socios podrían aumentar” tras el acuerdo de Fase 1.
Los descuentos en los precios de la soja en América del Sur respecto a Chicago sin dudas serán mayores, dado que el principal importador mundial tendrá la orden de comprar más producto en Estados Unidos que en el Mercosur.