El gobierno de Nueva Zelanda ha propuesto pagar por los gases de efecto invernadero que producen los animales al eructar y orinar, como parte de un plan para hacer frente al cambio climático. Esta estrategia incluye gravar tanto el metano eructado por las vacas como el óxido nitroso emitido por el ganado, informó The Guardian.

Según el plan propuesto por el gobierno, los productores que alcancen el umbral de tamaño de rebaño y uso de fertilizantes empezarían a pagar por las emisiones en 2025. No obstante, se desconoce la cifra exacta que deberán pagar los ganaderos neozelandeses. Eso sí, la tasa se fijará cada uno o tres años y siempre con el asesoramiento de la Comisión del Cambio Climático y los agricultores.

Esta polémica medida, según la primera ministra Jacinda Ardern, dará una ventaja competitiva a nivel mundial al sector agrícola neozelandés: "Reducir las emisiones ayudará a los productores neozelandeses a ser no sólo los mejores del mundo, sino los mejores para el mundo". Y, además, ayudará al país a cumplir su objetivo de reducción de metano del 10% para 2030 y hasta en un 47% para 2050. En este sentido, el dinero recaudado con la tasa agrícola se volverá a inyectar en el sector para financiar nuevas tecnologías, investigación y pagos de incentivos a los productores.

Nueva Zelanda es un país donde únicamente viven 5 millones de personas por los 10 millones de cabezas de ganado vacuno y lechero y 26 millones de ovinos. Esta distribución de la población provoca que cerca de la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero de Nueva Zelanda procedan de las granjas. Algo muy inusual. Por lo que el gobierno considera que se deben tomar medidas.

Los productores no han tardado en condenar el plan. Federated Farmers, el principal grupo de presión del sector, ha asegurado que el plan "arrancaría las tripas de los pequeños pueblos de Nueva Zelanda" y que las granjas serían sustituidas por árboles.