Se está en los albores de una zafra de terneros que, hasta mediados de febrero, aparecía como complicada pero que, en la última semana, cambió nítidamente la tónica y ahora luce promisoria en cuanto a los precios que alcancen los animales de esta categoría.

El remate 225 de Pantalla Uruguay de fines de febrero fue disruptivo en cuanto al precio medio alcanzado. La suba fue de nada menos que 31% respecto al valor medio de un mes atrás. Ciertamente, se trata de animales que, en promedio, fueron más livianos en este último remate, con un promedio de 150 kilos, la amplísima mayoría de ellos nacidos en la última primavera (generación 2020). Pero eso no quita que el aumento fue por demás significativo.

El promedio para la categoría fue de US$ 2,54 el kilo, casi el mismo nivel que en la subasta realizada por este consorcio a fines de febrero de 2020 (US$ 2,57), cuando se venía de los precios históricamente altos del gordo en el último trimestre de 2019.

Con referencias del gordo mucho más bajas en el arranque de este año y con la sequía que se extendía por la amplia mayoría del país (14 millones de las 16 millones de hectáreas productivas en emergencia agropecuaria), los precios del ternero evolucionaban por debajo de los US$ 2 el kilo. Uruguay se había vuelto competitivo en el mercado internacional, con cotizaciones mucho más bajas que las brasileñas y con los exportadores en pie viendo la posibilidad de hacer buenos negocios.

Las generalizadas y voluminosas lluvias desde fines de enero y el aumento del precio del gordo, en un contexto generalizado de valorización de las materias primas, generaron un cambio de ánimo y de expectativas que llevó a los productores a agregarle algunas decenas de centavos a la categoría.

Esta generación de terneros es menor a la famosa de 2019, cuando osciló en los 3 millones (los datos definitivos del stock a mediados de 2020 todavía no están disponibles); seguramente sea del entorno de los 2,8 millones. Una oferta menor, en un contexto de firmeza, debería tender a sostener los precios.

De todas maneras, quizás estas tan altas referencias no se sostengan durante la zafra. Pero eso no quita que son un punto de partida mucho más alto que el que se advertía pocas semanas atrás. Si se suponía una zafra de terneros en el eje de los US$ 2,0-2,1 el kilo, ahora la expectativa se ubica por encima de los US$ 2,30.

Esto es todo un cambio para el complejo ganadero. Implicará que la producción de terneros seguirá siendo un negocio atractivo y, por lo tanto, la industria deberá tentar con algunos centavos adicionales a los productores si pretende elevar la faena de vacas. De lo contrario, se quedarán en el rodeo de cría.

Además, apretará los números de los exportadores en pie. Quizás la exportación de animales vivos crezca en proporciones inferiores a las que se preveía.

En definitiva, una recuperación del precio de una categoría clave que ayudará a sostener el rodeo vacuno en el país.