En los últimos años la volatilidad ha estado en el centro de los mercados ganaderos. Operadores lidiaron con un elemento que, no cabe duda, complica la concreción de negocios, al quitarle previsibilidad e impedir mirar con cierto grado de certidumbre el mediano plazo, algo esencial para el negocio ganadero que, por definición, precisa de plazos largos para concretar las inversiones. La reacción normal ante esa volatilidad es disminuir el riesgo mediante una menor inversión, atentando contra la producción futura. Eso cambió este año.
Al observar la evolución del precio del ganado a faena desde que empezó este segundo semestre, el valor máximo informado por la Asociación de Consignatarios (ACG) fue de US$ 4,06 el kilo carcasa —la referencia de la semana pasada— y el mínimo de US$ 3,89 al comenzar el semestre. La tendencia, por lo tanto, ha sido de subas paulatinas, con un promedio de US$ 3,97 y una diferencia entre piso y tope de 17 centavos. Es la mínima diferencia para este período del año en al menos una década, con el caso tremendo de 2022, cuando la brecha entre el máximo y el mínimo alcanzó los US$ 2,11.
La estabilidad en los precios del gordo le da otra fluidez a la comercialización de la hacienda a faena, al reducir la especulación ante expectativas de eventuales subas significativas de los precios. Los animales se van terminando y vendiendo. A su vez, le imprime estabilidad también a los precios de la reposición, a los que les pasa lo mismo que el gordo. La brecha entre el máximo y el mínimo para el ternero (referencia de ACG) es también de US$ 17 cents en lo que va del año; hay que irse hasta 2014 para encontrar una brecha menor.
Pero, además, está habiendo una mayor previsibilidad para las ventas a futuro desde los corrales de engorde, lo que también da cierta idea de dónde podría ubicarse la referencia para los animales terminados en pasturas. Desde los corrales han manifestado que la industria ofrece US$ 4,30-4,40 como piso para los negocios con entrega en febrero-marzo, lo que permite tener una mucho mejor idea de cuál puede ser el precio de compra, a la vez que está afirmando las cotizaciones de los novillos formados que compran los corrales de engorde (animales de 400-420 kilos), dado que son referencias superiores a las que se daban antes en el mercado.
Esto alienta a elevar la cantidad de animales encerrados, a la vez que permite especular con una cotización de los animales de pasturas para esas fechas que deberían cotizar con un piso de 20-30 centavos por debajo, lo que también da certidumbres y permite salir a comprar reposición o invertir en pasturas, teniendo en cuenta la menor posibilidad de “errarle” con el precio de venta.
En definitiva, la estabilidad que tanto se reclamaba en los años anteriores parece haber llegado. Los nubarrones mirando hacia adelante no son pocos (Trump, tipo de cambio, elecciones muy parejas en Uruguay, guerras en el mundo, la posibilidad de alteraciones climáticas significativas), por lo que hay que aprovechar el momento.