Nadie sabe cuánto se sembrará en la próxima campaña de maíz en Argentina. Es que la chicharrita, vector de la enfermedad del spiroplasma, dejó a muchos productores que sembraron maíz tardío (en un escenario post sequía) al borde del abismo y con muchas dudas de cara al ciclo agrícola 2024/25.

Hasta ahora, según datos mencionados en el Congreso Maizar 2024 por Pablo Cortese, presidente del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), se estima que las pérdidas se ubican entre el 10% y 15% de la cosecha. Es que en la zona núcleo los rendimientos cayeron en promedio un 30% con importantes variaciones según el área que se ponga bajo la lupa, lo que implica un panorama caótico como hace décadas no ocurría.

La estimación de producción para la campaña de maíz cuando comenzó el ciclo se ubicaba en torno a los 56 millones de toneladas, sin embargo, los recortes constantes semana tras semana encuentran esas mismas proyecciones en apenas 46,5 millones de toneladas. El dato corresponde al último reporte de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, es decir que por esta enfermedad se perdieron casi 10 millones de toneladas y el partido aún no terminó.

Para abordar esta problemática, el gobierno impulsó la conformación de un Comité de Crisis, integrado por técnicos de las entidades agropecuarias y profesionales del INTA. También participa personal del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) ya que se realizará un seguimiento del clima para monitorear las bajas temperaturas durante el invierno que serían clave para reducir la población de esta plaga.

En este contexto, el SENASA se movió rápido ante el pedido de las empresas y apuró la inscripción de emergencia de fitosanitarios para el manejo de la plaga, ya que no había ninguno anotado en los registros. Al día de hoy hay siete productos formulados (de aplicación foliar o de curasemillas) que podrían contribuir a la estrategia general para aplacar los efectos del vector.

Fernando Guerra, gerente de desarrollo de producto en KWS Argentina aseguró a Ámbito que “estamos ante el impacto más fuerte en un cultivo extensivo por una enfermedad. Hay un sentimiento de enojo, pero hay que reaccionar rápido, trabajar de manera colectiva y planificar porque el maíz está dentro de nuestra estructura económica”.