Panorama Agrícola conversó el resultado del año agrícola con Óscar Etcheverry: productor, contratista y emprendedor de El Carmen, Durazno.

¿Cuál es el balance del año?

Desde el punto de visto agronómico, se trató de un gran año, desde el período de implantación hasta la cosecha. Si bien existió exceso de lluvias, con pérdidas de plantas y rinde en algunas sojas de segunda, los cultivos arrancaron bien desde el primer momento.

Las sojas de segunda fueron golpeadas por los excesos hídricos y hubo casos en los que se debió resembrar, aunque en el caso de la zona centro del país casi no fue necesario. En la empresa que dirijo, no llegamos a resembrar más de 10% del área de segunda. Algunas sojas quedaron con poblaciones de plantas disminuidas, pero el excelente clima desde entonces ayudó a compensar con rindes extra las pérdidas por las dificultades iniciales de implantación.

¿Cómo puede calificarse los rendimientos?

Los cultivos de primera en la zona centro tuvieron rindes de bueno a muy bueno. Si bien no se llegó a los rindes de 2017, de todas formas se rayó a gran altura, alcanzándose 2.700 kilos por hectárea. Las sojas de primera anduvieron entre 2.600 y 2.900 kilos por hectárea, al tiempo que las de segunda lo hicieron entre 2 mil y 2.200 kilos por hectárea. En Durazno, los promedios de 10, 15 y hasta 20 años andan entre 2.300 y 2.500 kilos por hectárea, considerando primera y segunda. Este año el promedio real de Durazno anduvo bastante por encima de eso.

¿Cómo se proyecta el negocio?

En cuanto a números, seguimos con el negocio muy complicado, porque venimos arrastrando la zafra 2017/18, que resultó nefasta debido a la seca. Este año, los rindes fueron buenos pero el precio sigue haciendo malo al negocio, por cuarto año consecutivo. Los US$ 300 por tonelada de promedio puede haber resultado algo mejor para aquel productor con un poco de visión que haya tomado seguros y opciones para poder captar las subas actuales. En cuanto al físico, a US$/ton 300-310 es inviable producir soja en el centro del país.

¿Cuál es la lectura de los costos?

Desde el punto de visto agronómico y productivo fue un año excepcional, digno de encuadrar. La mayoría de los granos se entregaron en muy buenas condiciones de calidad y humedad. No resultó un año caro en cuanto a costos de comercialización pero, así y todo, estamos con costos de US$/ton 52. Se vuelve muy cuesta arriba para los valores actuales de la soja. El costo de producción sigue siendo muy alto. Hay campos en los que se pagó hasta US$/ton 2.480. No hay mucho más para cinchar.

¿Cuáles son las alternativas?

Creo que hay dos salidas posibles. Una es tironear los costos de los insumos, pero no es muy viable, estando atados a la evolución del precio del crudo. El costo país resulta cada vez más alto y eso afecta a nivel productivo. En esta situación y con estos costos, la agricultura en el centro del país tiende a desaparecer.

Considerando la competencia de la ganadería y de la forestación, con las condiciones que el gobierno otorga para la instalación de la planta de celulosa en Paso de los Toros, gran parte de los campos de la zona de influencia van a seguir perdiendo agricultura. Es una visión muy personal, pero lo digo como productor agrícola, con 20 años sembrando maíz, soja, cebada y trigo.